Si bien la firma relojera que iniciaron hace casi 200 años los hermanos Louis-Victor y Célestin Baume en la pequeña comuna suiza de Les Bois consolidó una excelente reputación a comienzos del siglo XX creando modelos que incorporaban las últimas innovaciones horológicas de la época, la crisis económica de la industria relojera suiza durante los años setenta generó profundos cambios en la compañía y la necesidad de reinventarse dio lugar a un lamentable desdén por sus raíces. A diferencia de otros fabricantes suizos como Longines —quienes desde 1867 han trabajado por preservar meticulosamente la información histórica de cada uno de los modelos que han diseñado—, Baume & Mercier no ofrece ningún tipo de recurso oficial o ayuda para lograr identificar piezas históricas de la marca, por lo que se debe recurrir a foros especializados, uno que otro artículo bien informado y al siempre presente, pero poco confiable, mercado de segunda de mano.
Todo parece indicar que este reloj hizo parte de una vanguardista línea de cronógrafos diseñados durante los años sesenta por la casa suiza, todos llevando consigo mecanismos producidos por Landeron, uno de los más prestigiosos fabricantes de movimientos en aquella época. Una pequeña inscripción en uno de los componentes internos del reloj que solo puede ser apreciada al retirar la tapa posterior del cronógrafo fue la clave para este descubrimiento.
Más específicamente, lo que encontré grabado bajo la rueda central del mecanismo fue un número de tres dígitos: 248. Esto me permitió saltar de un hallazgo a otro hasta descubrir que el reloj alberga en su interior un movimiento Landeron Calibre 248, una evolución del legendario Cal. 48, uno de los movimientos para cronógrafo más exitosos de la historia.
Dentro de su caja de 34 mm —bastante grande para la época— el cronógrafo presenta un dial muy bien diseñado. Usa números con aspecto extendido y líneas de contorno exclusivamente en el eje vertical y se vale de discretos números impresos en peso ligero y pequeños indicadores visuales para el resto de la información. Las dos esferas internas encargadas de contabilizar los segundos en un caso, y los minutos del cronógrafo, en el otro, están concebidas en bajo relieve y cuentan con una ligera textura de círculos concéntricos que logra brindar un aspecto muy elegante. Las delgadas y refinadas manecillas doradas que nacen desde el centro del reloj terminan siendo la cereza del pastel.
En su momento, fueron relojes como estos los encargados de acortar las brechas en el mercado y hacer un poco más asequibles piezas de calidad, con mecanismos ingeniosos y estupendos diseños para toda Europa luego de la Segunda Guerra Mundial. Tener en mis manos este cronógrafo es tener también un poco de esa historia.
Actualmente Baume & Mercier ocupa un apacible lugar como la marca más económica dentro del Grupo Richemont, un conglomerado de firmas de lujo que reúne nombres como Jaeger-LeCoultre, IWC o Cartier y atrás quedó el afán de innovación que los caracterizó durante años.