Oda al Smooth Jazz

Lo admito: me gusta el smooth jazz… o bueno, el jazz fusión… o tal vez esa zona difusa entre ambos. La verdad, no sé exactamente dónde está la línea que los separa, si es que existe. No descarto nada.

Sé que tiene muchos detractores, que para algunos no es más que ruido de fondo, música de ascensor o de sala de espera. Pero no me importa. Me gusta.

No solo porque, al escucharlo, me siento como el protagonista de una serie de detectives setentera, sino porque, aunque fuera solo por instantes, algunos de los mejores músicos de su generación se reunieron para crear algo nuevo, a veces arriesgándolo todo. Nos dejaron no solo algunas de las portadas más inexplicables en la historia de la música, majestuosos bigotes y bandas sonoras inolvidables, sino también versiones funky de clásicos del rock, toccatas barrocas en clave disco e imposibles pero maravillosas combinaciones de sintetizadores, clavinetes, guitarras, cellos y tubas en una misma pieza.

David Matthews, George Benson, Kazumi Watanabe, Lalo Schifrin, Bob Berg, Tom Scott… hoy les doy las gracias. Hoy doy un paso al frente y confieso que rescato y llevo a casa cada cassette de Earl Klugh que encuentro abandonado, cada CD de Deodato que veo en la canasta de descuentos, cada vinilo de Bob James que descubro en tiendas de discos usados.

Tags

Coleccionismo

Jazz

Música

Vinilos